¿Sabes parar? Cuántas veces hemos escuchado que la vida es un viaje. Solo es eso, un viaje en el que no importan ni siquiera los kilómetros que recorramos. En muchas ocasiones, el viaje más largo se hace sin moverse del sitio donde uno se encuentra.
Pasamos gran parte de nuestra vida viajando, moviéndonos, buscando fuera, investigando rutas que nos lleven a saber cómo somos para lograr conocernos y entendernos. Nos da miedo parar. Mirar hacia dentro. Escuchar esa voz interior que rara vez se equivoca y enfrentarnos al silencio. Buscamos la solución. Por lo general, siempre fuera, no dentro. Lo que nos lleva a una aceleración continua que nos pone la cabeza como una lavadora en el punto de centrifugado, mezclando y destiñendo unos problemas con otros.
Somos incapaces de molestarnos en seleccionar, uno por uno, nuestros dilemas y analizarlos de forma independiente. Resulta más fácil vivir en la vorágine y ser arrastrados por ella que hacerle frente. Estamos tan acostumbrados a una vida mecanizada, que tomar la decisión de parar y enfrentarnos a examinar un comportamiento, en muchos casos, supone un sacrificio excesivo que no estamos dispuestos a llevar a cabo.
Como vamos a parar si este ritmo de vida nos obliga a llegar el primero. A ir cada vez más deprisa. A no saber que es la pausa, a no observar el camino. ¿Que camino?. ¿Dedicamos algún tiempo o esfuerzo a reconocer cual es el nuestro?. O tenemos que tropezar y rompernos una pierna para darnos cuenta.
Parar es una de las claves más importantes de la vida. Parar hoy, aquí, ahora. ¿Para qué? te preguntarás. Parar es tomar la sencilla y básica decisión de establecer contacto contigo mismo. Darte la orden de pisar el freno y comenzar a ser tú.
La tecnología nos resuelve todo, disponemos de un aparato para cubrir cada una de nuestras necesidades. Todo problema tiene a su alcance una solución exterior. Y para los que no resuelve la tecnología disponemos de una, cada vez más amplia, gama de terapeutas y de fármacos.
Emprendemos aventuras en la búsqueda de maestros. Viajamos al Tíbet, a la India, subimos pirámides, nos adentramos en remotas selvas a la búsqueda de hombres de conocimiento, con un único objetivo: ser felices. Sin darnos cuenta que la solución es más sencilla y puede estar cerca en entreluces.es. Si nos atreviéramos a parar un rato, en silencio, y tuviéramos la paciencia de escucharnos, quizá encontraríamos la solución.